Diagnóstico

¿Cómo se diagnostica una condropatía?

Cuando se evalúa un paciente de una lesión condral u osteocondral, es importante tener en cuenta que la articulación puede considerarse como un órgano. Es unidad funcional que incluye meniscos y ligamentos y cápsula sinovial. Una mala alineación del fémur con la tibia o con la rótula, la pérdida de la integridad de los meniscos o una inestabilidad causada por problemas con los ligamentos aumentará la carga en la superficie de cartílago y puede empeorar defectos pre-existentes o impedir/retrasar la reparación de su articulación.

Por eso es necesaria una historia detallada del paciente que describa los episodios traumáticos así como el tipo de síntomas, localización, inflamación y limitaciones funcionales como reducción del rango de movimientos.

La exploración física nos proporciona una valoración funcional del estatus de su cartílago/articulación. Los elementos que se valoran son rango de movimiento, hinchazón, derrame sinovial, alineación (varo/valgo) y problemas en los ligamentos anterior y posterior, que permiten valorar las fuerzas adicionales que estaría experimentando su cartílago. Cada uno de estos elementos examinados se compara con su articulación contra-lateral, si ésta es asintomática. El examen también incluye un análisis de la postura corporal.

Diagnóstico por imagen

Rayos X: Las radiografías no son específicas para valorar el estado de su cartílago; sin embargo se utilizan para descartar fracturas, cambios degenerativos y también para valorar la alineación. Para ello se hacen una serie de radiografías estándar en distintas posiciones: anteroposterior en carga, anteroposterior con 45º de flexión, patelofemoral y lateral. Así se puede valorar el espacio intraarticular. Un espacio reducido indica cambios degenerativos en la articulación.

El varo o valgo aumenta las fuerzas en los compartimentos medial y lateral respectivamente.

Resonancia es cada vez más importante en la valoración del cartílago y del hueso subcondral y la integridad de otras estructuras como meniscos y ligamentos. Una articulación tibiofemoral o patelofemoral inestable por problemas en ligamentos o meniscos aumenta las lesiones de cartílago; por ejemplo una pérdida del 30% de un menisco aumenta la presión de contacto en más de un 350%.

La forma más precisa de diagnóstico es la artroscopia. Este procedimiento se realiza en quirófano, insertando una cámara (escopio) dentro de la articulación; esta cámara le permite al médico examinar el cartílago y otras estructuras desde dentro de la articulación y valorar el daño con precisión.

Se distinguen varios tipos de condropatías según su localización en el compartimento  patelofemoral o femorotibial.

Dentro de cada una de ellas, se pueden clasificar atendiendo al grado de degeneración del  cartílago.

Grado 1. En el que existe edema y el cartílago rotuliano ya está reblandecido.

Grado 2. Fibrilación o alteración en la superficie del cartílago.

Grado 3. Fisuración, existiendo ya hendiduras que alcanzan las capas más profundas.

Grado 4. Ulceración, agravándose las hendiduras anteriores.

Grado 5. Eburnación: debido a la profundización de la ulceración se llega a afectar el hueso subcondral que tenderá a hipertrofiarse.